viernes, agosto 22, 2014

Duermo

Braulio Alonzo

Duermo con los ojos abiertos
en mi sueño inmóvil
sólo veo dos águilas
mis pies limpios, descalzos
han juntado ya sus pasos.

Duermo, sin embargo
mi mente sigue anclada
al vacío de mi corazón piedra.

Duermo y los soles
de mis devaluados ojos
no alcanzan para pagar
el viaje.

Duermo, mis huesos y mi alma
se empolvecen
son ráfaga en mi noche taciturna
sueño evaporado al infinito.

Duermo, me hundo
en el fango del insomnio.
mis miedos enmohecidos
trepan por mi lengua
escupo letanías agusanadas.

Duermo, solo duermo
el cielo se derrama
en mí
me ahoga con su tibio llanto.

Duermo sólo muerto
muerto sólo duermo
sólo  muerto duermo
duermo…

Para Eliza7519

 Braulio Alonzo

Asoma la aurora de tu cuerpo
suave silueta recortada del firmamento
tibia brisa nocturna
desborda tu paso por el mundo.

Tu mirada resbala al anochecer de los segundos
lluvia secreta, voz intermitente
reverbera en el atardecer de tus labios.

Mil mariposas azules estallan en tu risa
el horizonte se desgrana.

Oscuro, delicado, ensortijado
sueño acaricia tu rostro
tibia como el amanecer
tu faz se erosiona
lentamente
en mi…

Sueño infinito

Braulio Alonzo

La muerte es un péndulo
una nota quebrándose en el gris de la banqueta
la sombra detrás de tu mirada
pausa incesante en el goteo del sueño.

La muerte es un gato emboscando su sombra
una línea tenue en las esquinas de tu cadera
un sueño infinito que acaba en la estridencia de la mañana
pies verdes que hablan de tiempo y de distancia.

La muerte es un blues y un vino tinto a las tres
en la mirada fija de la luna
una voz abandonada en mi cama
la metáfora perenne de la vida.

La muerte, tierna garra, me arranca de la matriz de la tierra.
¿Será pues, la muerte, el tierno recinto del viento?
Yo sólo sé que la muerte tiene tus ojos
y esta y todas las noches
duerme a mi
derecha.




miércoles, julio 18, 2012

Y se hizo la luz “Apenas abril”

Apenas abril es un libro que se terminó de imprimir en mayo. El primero de forma individual que publica el poeta Francisco Vázquez Salazar. Un libro hecho de luz. La fotografía de portada, de Lorena González, le da un aire de maravilla que atrapa desde el primer vistazo. Pensado en tres etapas (Origen-Tránsito-Des-atino) este poemario fue escrito por un ser permanentemente acompañado, aún en la más extraña y primigenia soledad: “Nunca habría de ser pan, sería trigo esencial hasta la fiebre de mi primera madre…”
Todos y cada uno de los textos que integran esta publicación, tienen esa magia que hace de los libros interesantes una suerte de álbum de luces intensas y finos claroscuros (como las fotografías de don Gabriel Figueroa). Me refiero a esa penumbra en la que el autor se muestra a intervalos a través de su poesía, armada con fotografías instantáneas, a veces placenteras, otras venidas desde la más tierna y magullada piel: “La tierra no vive más que sus tumbas”. También me refiero a esa luz y a esa habilidad adquirida a fuerza de mirar a las cosas desde la sabiduría: “Si alargaras un poco el brazo, podrías tocar estas flores azules”.
El poeta se reconstruye en impulsos eléctricos que la propia memoria, la de un hombre de 40 años, le permiten: “El viento fue mi amigo, me esparció en la tierra fértil y comencé a vivir de nuevo”. “Parar sería lamentable”. Hay un ineludible goce, un efectivo placer de beber un vaso con agua después de la ardua faena.
Apenas abril desborda vida: dolor, llanto, tristeza, amargura, insatisfacción, sensualidad, muerte, placer, amor, locura, ternura, respeto, esperanza… es un libro, pensaría, pretendido para hacer el recuento de una existencia y de sus placeres colaterales. Es un poemario que tiene la virtud de nacer en un tiempo en que el poeta tiene algo que compartir. Nace desde la óptica del hombre que ha obtenido certezas y se muestra agradecido por lo que le es propio: “Recostado en una cama de mediodía… compruebo que respirar es un prodigio…”.
El poeta, a pesar del tiempo ya maduro, ya pasado, sigue atento a lo que acecha detrás de la puerta de su existencia, de su camino recorrido. Sigue atento a la llaga, al espanto que quiere exorcizar: “Algo me da miedo. Presiento el silencio que no es la calma”. “Tibia sangre que traza el sendero bifurcado”. “Regresas, despierto… y sólo (solo) para ver que te marchas”.
El autor expone una parte del álbum de su existencia, nos muestra esos espacios habitados por su materia y la de otros, pone a nuestro alcance su piel de humanidad en su más fina esencia, esa que cautiva a los voyeuristas como yo y que nos hace partícipes de nuestra propia luz frente al espejo: “Amo a la rutina del amor…”.
A Francisco Vázquez Salazar le ha nacido otro hijo en forma de libro, los amigos poetas le han regalado el sábado nueve de junio de 2012 una fiesta de reencuentros y alegrías. Paco nos hizo beber del remanso de su poesía, de la palabra como detonante insustituible de la evolución humana. Y tuvo el descaro de renegar —todo estaba permitido ese día para el poeta—: “Adentro, se detiene todo en las pupilas del otro, no hay viaje en este mar de palabras”.
El poeta, sabedor de la maravilla femenina, nos sorprende con dardos en el vientre: “Apenas el insomnio tiene dos fines: tus ojos y las ganas”. “La palabra que siguió te llamó deseo”. “Por la ventana entraba un aire que se hacía carne”. “La noche te busca para acostarse”.
Felicidades por este libro “Apenas abril” que, apenas en junio, abre la posibilidad de seguir escuchando esta poesía intimista, plástica, emotiva. Y cito un verso del autor en el que puede resumirse mi sentir como lector: “Digo, ya amaneció. Empieza la vida con el café, esta pintura de costumbre será recordada por el color de la luz”. Seguramente, muchos de los textos que integran este libro tendrán la fortuna de ser recordados por el público lector, por los colores de su luz.
Enhorabuena, Poeta. “Bienvenido a territorio liberado por la poesía”.

miércoles, junio 22, 2011

Cambio

Ricardo Medrano Torres

Este mundo es más grande y más profundo
desde sus nervaduras, los símbolos escuchan
son maquinales las últimas caricias.
Un disparo en el eco de la piel nos duele
—Página oculta es tu más fina cicatriz—
¿Cuánto valen estas horas aciagas?
Estoy dispuesto a almendrarme el alma
a través de este paso cada vez más terco
sendero bifurcado lengua-harapo
canto lánguido de mujer que da la vida.
Vidas erráticas de barco nos separan.
Me aferro a este polar retoño
a esta sala enmudecida.
Desde aquí viajo por las hertzianas voces
que el vecino comparte.
Aceitaré estos huesos
iré a la guerra con la diestra
para que no me encuentre pálido la muerte
para que siga de largo por el túnel
y me retarde el circo de partir.

lunes, junio 13, 2011

Marcha de las p…

Ricardo Medrano Torres

Tuyas tus tetas
tuyas tus nalgas
tu espíritu rebelde
naturalmente dado

Hada y lanceta
flecha y sangre
que antes de herir
adormece

Mil veces mujer
cientos de veces origen
una sola mujer
perpetua
nace desde los ojos de todas
de las voces que desean y permanecen
como tú, a la espera de la lluvia
reparadora y fresca
agua de vida en esta ciudad
hecha con trozos de tu espíritu

Que siempre griten con fuerza
los ángeles bajo tu falda
sobre tu airoso cabello
que tiene el olor de la vida
en cada paso y en cada consigna.

martes, junio 07, 2011

Payasos

Ricardo Medrano Torres

Tenían los rostros pintados
decorados por el humo negro
de la flama escupida.

Se daban besos
y tragos a su cerveza Victoria.

Él fumaba cigarros sin filtro
sus arrugas atrapaban pintura
barbas crecidas.

De crucero en crucero
ganaban unos pesos
para amarse y para sus vicios.

Se amaban con sus cabellos rubios
y su traje y su bote de gasolina.

Él la tomaba por las nalgas
le acariciaba los senos y lamía su cuello.

¿Puede haber algo más sensual
que un par de payasos besándose
en el basurero frente a tu casa?

Si su madre los hubiera visto
Tal vez se moriría de risa.

Los payasos se dan besos
y tragos a su cerveza Victoria.

lunes, junio 06, 2011

La pena de Socorro

Ricardo Medrano Torres

Qué pena la de Socorro:
tener un hijo bizco
y envejecer al lado del hombre
que la golpeó una tarde de viernes
en la glorieta del cine.

Pena porque sus generosas nalgas
se marchitan con apenas
sesenta años de existencia.

Su marido lava el auto los domingos
Fastidiosamente.
Tal vez recuerda el generoso culo
de su mujer en una habitación
del hotel de la glorieta
en manos de un joven tablajero del barrio.

Qué pena la de ambos:
vivir juntos por siempre
y tener un hijo bizco.

Ella no mentía

Ricardo Medrano Torres

Ella no mentía ni fumaba yerba.
Era menuda, casi escuálida;
“tiene cuerpo de perra”
—decían sus amigos.

Bien pudo llamarse Penélope
o Patricia o Hildegunda,
pero prefería no tener nombre.

Dijo que la palabra “Amor” tenía dos sílabas
tan insignificantes como pecado
o suciedad de perro.

Ayer la arrolló un vehículo,
su cráneo se vació
en un solo estallido,
fue el big-bang de la muerte.

Sus amigos seguro la extrañarán
porque no mentía ni fumaba yerba,
aunque “tenía cuerpo de perra”.



martes, mayo 31, 2011

Impavidez

Ricardo Medrano Torres

Suenan un par de disparos desde un auto en marcha,
dos golpes secos, tan comunes como rocas cayendo de un edificio en demolición;
poco a poco se nos acaba el espanto, todos seguimos nuestra rutina enfadados,
molestos por los que insisten en que debemos sentir miedo.

Ya es tan común soñar con la esposa mutilada,
con el hijo levantado, con buenos y malos
en esta procesión rumbo a la fosa.

Todas las noches enciendo un cigarro y exhalo hacia las nubes su espíritu,
mi espíritu de poeta cuajado y malhumorado:
¿Vale la pena seguir batallando?

Los optimistas dicen que bien vale la pena una casa y un auto,
que vale la pena la educación de la que los hijos reniegan.
Yo me pregunto: ¿vale la pena que valga la pena?

Presiento que le hacemos el juego a los que siempre soñaron
burlar a la autoridad y hacer las cosas fáciles
a costa de las propias faldas de su madre.
¿Ya no hay decencia?

El propio Scarface tuvo un poco de dignidad y supo cuándo retirarse,
enfrentó cada una de las balas que se ganó a pulso.

Nuestros rostros impávidos parecen ser el signo actual.
Nuestro espíritu tomó un arma y se suicidó en nuestras narices.


Acerca de mí

México, Estado de México, Mexico
01800duerme