ALBERTO VARGAS ITURBE Y.
¿DIVAGACIONES, ALUCINACIONES, PRETEXTOS?
I.
Don Henry Miller aseguraba que antes de ser escritor famoso hubiese preferido
ser un señor, de miles, que se topa con su vecino en el parque y le saluda con
un buenos. Pero él decía esto a sus ochenta años, rodeado de dólares y fama
mundial. Bukowsky logró lo que buscaba y por casualidad, también octogenario,
veía esfumarse a la antigua vida de perro desde su piscina en L.A.
El anonimato nunca es total y sólo los anonimatos parciales pueden, alguna vez,
mezclarse para producir un estallido de celebridad. Pero no tan de vez en
cuando, y sino veamos cuantos son celebres unos minutejos en la farándula.
Ey. pero otra cosa es la trascendencia. Fácil es quemar rápido los cartuchos de
la fama pero prolongarla hasta hacerla parecer parte de la vida misma no es nada
instantáneo. No falta quien crea que Picasso vive en Loreto, y es que es tan
común que ha transformado su valor, Picasso es un referente de la pintura; para
otros representa mal hechura y para los menos: Anthoni Hopkins en una película
bastante tibia.
Bueno, bueno, dejemos eso. Decía que la fama es la semilla de la trascendencia,
aún cuando esa fama venga después de la muerte, como le pasó a Egon Schiele y a
ostros.
Pero la fama y la trascendencia no sirven de nada cuando la sanidad y la pura
relajación del anonimato aparece, pues parafraseando a un familiar borracho a
las dos de la mañana, en una presa cercana, montado en una tinaja que el tomaba
por navío: ni el pinche Bush está como yo, ahorita. Y ya ven ustedes que la fama
de ese señor no es precisamente una delicia.
Además es idiota creer que lo cotizado y manoseado es "lo bueno", eso es cosa de
la industria, es anuncio. El descuido en las cosas sencillas, hasta las
primitivas, nos ha llevado a una sofisticación cancerigena, avanzamos a pasos de
lince hacia la destrucción natural, pero recuerden: pasos de lince.
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¿DIVAGACIONES, ALUCINACIONES, PRETEXTOS?
I.
Don Henry Miller aseguraba que antes de ser escritor famoso hubiese preferido
ser un señor, de miles, que se topa con su vecino en el parque y le saluda con
un buenos. Pero él decía esto a sus ochenta años, rodeado de dólares y fama
mundial. Bukowsky logró lo que buscaba y por casualidad, también octogenario,
veía esfumarse a la antigua vida de perro desde su piscina en L.A.
El anonimato nunca es total y sólo los anonimatos parciales pueden, alguna vez,
mezclarse para producir un estallido de celebridad. Pero no tan de vez en
cuando, y sino veamos cuantos son celebres unos minutejos en la farándula.
Ey. pero otra cosa es la trascendencia. Fácil es quemar rápido los cartuchos de
la fama pero prolongarla hasta hacerla parecer parte de la vida misma no es nada
instantáneo. No falta quien crea que Picasso vive en Loreto, y es que es tan
común que ha transformado su valor, Picasso es un referente de la pintura; para
otros representa mal hechura y para los menos: Anthoni Hopkins en una película
bastante tibia.
Bueno, bueno, dejemos eso. Decía que la fama es la semilla de la trascendencia,
aún cuando esa fama venga después de la muerte, como le pasó a Egon Schiele y a
ostros.
Pero la fama y la trascendencia no sirven de nada cuando la sanidad y la pura
relajación del anonimato aparece, pues parafraseando a un familiar borracho a
las dos de la mañana, en una presa cercana, montado en una tinaja que el tomaba
por navío: ni el pinche Bush está como yo, ahorita. Y ya ven ustedes que la fama
de ese señor no es precisamente una delicia.
Además es idiota creer que lo cotizado y manoseado es "lo bueno", eso es cosa de
la industria, es anuncio. El descuido en las cosas sencillas, hasta las
primitivas, nos ha llevado a una sofisticación cancerigena, avanzamos a pasos de
lince hacia la destrucción natural, pero recuerden: pasos de lince.
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