viernes, diciembre 29, 2006

La canción Nezia

Al oriente de la ciudad de México, existe un municipio que tomó el nombre del célebre poeta texcocano Acolmixtli Nezahualcóyotl. Es un municipio altamente politizado que en los 40 años que tiene de existencia ha logrado sortear diversas vicisitudes geográficas y sociales. Su composición poblacional es pluricultural, de todas la regiones de la República Mexicana. Esta riqueza cultural ha permitido que en este joven municipio mexiquense, se genere un importante movimiento cultural y artístico, que es reconocido en todo el país.

La poesía como la pintura es de altos vuelos; el teatro, la danza. Pero sin duda la canción popular que en Nezahualcóyotl se hace, es de una trascendencia para esta comunidad y, para otras comunidades allende sus fronteras.

El canto nezio, como se le suele llamar, es un canto esencialmente de temas sociales, aunque su lírica amorosa es apreciada por la forma nada cursi con que aborda dicho tema. Entre sus máximos exponentes se encuentran, en primer lugar, Raymundo Colín (Ajolote de Neza), Miguel Pineda y Juana Vázquez. Cada uno con un estilo particular de decir su canción. Raymundo Colín ha producido dos CDS: "Amor Olvídame" y "Viejo Lobo de Amar", mientras que Miguel Pineda un CD titulado "Canción Nezezaria". Juana Vázquez, además de poligráfa, ha grabado un CD, con el Grupo Salitre Urbano, titulado "Canciones del Salitre".

Estos cantautores, cuentan en su labor más de 20 años de brega y resistencia. Su canto ha marchado de la mano de los movimientos sociales y culturales populares, dejando honda huella con canciones como "Ofelia", de Raymundo Colín:

Ofelia Trabaja en un taller
haciendo costura de seis a seis,
es madre y padre de casi diez
apurando la máquina puede pagar.

Un cuarto ruinoso de vecindad
lleno de moscas de suciedad,
en donde sus hijos puedan estar
arañando sus ropas con libertad, con libertad.

La máquina, máquina a ella le importa más,
la máquina, máquina a ella le va a matar;
beben su vida, beben su vida beben su vida
sin importar,
beben su vida, beben su vida beben su vida
sin importar.

La gente murmura en la vecindad
qué oficio ella tiene lo qué será,
si es prostituta de un callejón
o es costurera su profesión.

No importa su vida no importa ya
le importan sus hijos qué comerán,
no importa qué digan ni qué dirán
le importa el futuro que ellos tendrán.

La máquina, máquina a ella le importa más,
la máquina, máquina a ella le va a matar;
beben su vida, beben su vida beben su vida
sin importar,
beben su vida, beben su vida beben su vida
sin importar.

Ofelia trabaja en un taller
haciendo costura de seis a seis,
mañana, pasado igual será
muy pronto la anemia la matará, la matará.

beben su vida, beben su vida beben su vida
sin importar,
beben su vida, beben su vida beben su vida
sin importar. Ofelia.

Esta canción "Ofelia" es ya un himno dentro no sólo de los movimientos femeninos populares, sino dentro de la izquierda urbana en México. Junto con otras canciones de cantores comprometidos como José de Molina, Gabino Palomares o Pancho Madrigal. Estos son pues los cantautores nezios, de un municipio llamado Nezahualcóyotl.

Luciano Iturbe

La liga es: http://trovamex.com/portal/modules.php?name=News&file=article&sid=98

jueves, diciembre 28, 2006

Obra de Julio Huertas, artista de Nezahualcóyotl


miércoles, diciembre 13, 2006

Le dí unas lengüetadas a la zorrita*

Por Alberto Vargas Iturbe


Una hermana tenía una tienda en San Miguel Teotongo, me invitó para que le ayudara, dado que no tenía empleada, sola no podía desplazarse en el negocio. Llegamos al acuerdo que sólo iría en las tardes, ya que en la mañana yo iba a la universidad.
Esta colonia, apenas se empezaba a poblar. Se ubica en la pata del cerro, arriba de Cárcel de Mujeres –Santa Martha Acatitla–. Por la mañana me iba a la escuela. A las dos de la tarde tomaba un chimeco a un lado de la Soledad donde estaba en paradero de camiones, esto lo hacía para irme sentado ya que ahí lo abordaban pocos pasajeros, el trayecto era largo, en Santa Martha se desviaba el camión, subía al cerro empinado, me bajaba antes de llegar a la cima.
En estos viajes leí varias novelas y libros que me dejaban en la escuela. De la Soledad a San Miguel Teotongo hacía dos horas, a veces más, en ocasiones antes de abordar el chimeco me comía unos tacos de carnitas que vendía una muchacha muy arreglada y que era muy guapa, tardé varios días en verle las nalgas porque salía muy poco del puesto, me hice su cliente ya que me gustaba y las carnitas estaban muy sabrosas, la muchacha ciertamente estaba muy bonita pero era muy orgullosa, quería hacer amistad con ella y no me pelaba, le preguntaba algo y ella contestaba con un sí o un no.
El día que insistí salió del puesto y tuve oportunidad de verla entera; era un señor culo. Casi, me aventó el agua mugrosa en los pies, le iba a mentar la madre; pero reflexioné a tiempo, mascullé: puta no deberías ser y me fui al jardincito de la Soledad. Ahí sentado en una banca veía las putas pasar con sus clientes rumbo a los hotelitos mugrosos, esas eran, por decir algo, las de categoría, con la morralla junté para una de las más baratas.
Estas llevaban a coger a los clientes a un viejo edificio derrumbado, las que entraban a este sitio eran el gabazo, los que se las cogían eran la marginalidad absoluta; boleros, diableros, limosneros, lo más jodido de la sociedad; fui al callejón de donde están las muchachas, no había una sola bonita, la más esbelta que agarré pesaba 120 Kg. Yo andaba con el fístulo bien parado desde un buen rato, ya hasta me salía baba por el orificio y lo que quería era descargar.
A estas viejas, los clientes las desprecia; todas gordas, más bien gordísima, usaban minifalda hasta los calzones, brazos gruesotes y unos cachetotes como puercas andaban agarrándole los huevos a los que pasaban por ahí o a los mirones y los invitaban a pasar, le di la morralla ni la contó, luego luego me dijo que sí, la fui siguiendo por los pasillos del edificio derruido, dábamos vuelta a la derecha e izquierda hasta que llegamos a un solarcito, ahí había un cuartito, el techo era de plástico, en la cama estaba un mosquero, no había cobijas ni sábanas sólo un colchón mugroso.
Se bajó un poco los calzones a media pierna, me dije: “en el nombre sea de Dios; sólo para descansar”. Cuando hurgaba con el pito buscando el hoyo, aquello era un batuquillo, estaba pegajoso, cuando la penetré movía el culo generosamente, yo sentía toda madre… Pronto le aventé un sopetón de mocos, no esperó a que descansara la verga, se desenchufó, le sonó el culo por un pedote que se aventó, se bajó los calzones a la altura de las pantorrillas, se sentó y aventó unos chisguetes de orines que botaron del piso como cuando llueven unas gototas, le pregunté dónde hacía yo –de la cagada, no de la meada–, me respondió:
–Ahí donde hice yo: aquí no hay baños.
Cuando me subí el sierre entraba otra puta gorda con un cliente. Me dieron ganas de fumar un cigarro, pero me olía la mano a la panocha de la puta, con un poco de asco me chingué el cigarro.

*Este texto forma parte del libro Una temporada en San Miguel Teotongo, Estado de México, 1999, ediciones El Chimeco ebrio

lunes, diciembre 11, 2006

La Cofradía de los Coyotes y La Casa del Poeta “Primero Sueño”

La Sonatina De La Coyotera
Invitan a los escritores en general


A la próxima reunión de La Cofradía de los Coyotes, misma que tendrá verificativo en la Casa del Poeta “Primero Sueño”. El próximo 16 de diciembre a partir de las 18: 00 horas y hasta que la poesía aguante y/o el público asistente nos soporte.

Como parte de esta reunión se llevará su tradicional concurso de Sonetos inéditos, bajo las siguientes bases:

1.- Presentar un sólo soneto de su autoría, en original y dos copias (No se aceptan, ni madrigales ni décimas ni alejandrinos ni versos libres ni demás; no insista, por favor).
2.- Entregar al comité organizador una breve ficha curricular (sea modesto: 7 líneas bastan).
3.- Aportar una cuota de $25 M. N. (No se hagan patos; no se salten esta base).
4.- Leer personalmente el soneto (oportunidad única ante nuestro selecto público).
5.- Aceptar de manera inapelable el dictamen del jurado calificador, mismo que estará conformado por tres especialistas en el género poético (y ni con vodka serán cohechados).

Los participantes recibirán los siguientes reconocimientos:
1.- El ganador del concurso La Sonatina De La Coyotera recibirá un premio sorpresa en efectivo (para no despertar su interés ni tristezas antes de tiempo).
2.- Todos los lectores recibirán una carretada de aplausos calurosos por parte de los invitados, así como del resto de los participantes.
3.- Los autores participantes recibirán, a falta de diplomas, una canastita de colaciones.
4.- Serán seleccionados un mínimo de doce sonetos y un máximo de 52 para ser publicados por La Coyotera Editores S. C. durante el año 2007.
5.- Los autores de los sonetos recibirán dos ejemplares de La Sonatina De La Coyotera 2007 (y si nadie compra el resto de los ejemplares, podrán recibir algunos ejemplares más) como pago de regalías.

Pueden venir acompañados por sus novios, amantes y hasta esposas, igualmente se aceptan amistades demenciales y lunáticas y uno que otro artista, siempre y cuando no revele su oficio. Habrá agua de la llave, refrescos y champurrado, pero si desean beber alguna otra bebida, favor de traer su anforita con los licores de su predilección. Las anforitas no pagan descorche.

Atentamente

Eduardo Villegas Guevara
Coyote Mayor y cofrades que lo acompañan

viernes, diciembre 08, 2006

La chiche al poder




Desde el primer piso del hotel Pánuco* se miran los autos pasando veloces por la calle de Ayuntamiento. A espaldas de este edificio se encuentra el mercado de artesanías de La Ciudadela y la plaza del mismo nombre. Ella se asoma por la ventana con las tetas al aire. Se mesa los cabellos enseñando, al mismo tiempo, sus axilas semidepiladas, húmedas, de esa humedad sabor a sal. Es una afrodita citadina.
Los muchachos de la escuela vocacional arman un alboroto de los mil diablos y le gritan desde la planta baja, le piden que enseñe más, desean que la ventana se agrande y permita ver el vello abundante que le puebla el sexo fresco, húmedo. La encueratriz espontánea ha logrado congregar un buen número de curiosos. Los fisgones ofrecen sus servicios sexuales a cambio de que ella baje. Nadie se ofrece a subir. En el fondo le temen.
Hoy día, muchas mujeres enseñan las tetas en encuentros de fútbol, en conciertos masivos, en reventones y todas ellas infunden respeto entre los hombres en su rededor. Tal vez este sea un síntoma de cambio, quizá las tetas hayan abandonado su pudibundez y poco a poco ingresen al nivel de enseñables sin tapujos; así como las piernas y su cómplice la minifalda, creada hace más de cuatro décadas por la inglesa Mary Quant.
Reconozcamos la aportación de la cantante de tex-mex, Selena, quien popularizó entre la raza de bronce el uso de brassieres decorados con pedrería (bustie), inaugurando con ello una moda que propuso exteriorizar la ropa interior; algo similar a los calzones del héroe Supermán encima de las mallas.
En el transporte público las jóvenes muestran las protuberancias otorgadas por la madre naturaleza, a través de botones de blusa desabrochados, escotes prominentes, busties al estilo de Selena recubiertos con pedrería barata y bajo la única salvaguarda de un suéter pequeño de mangas hasta los codos. Titis las hay de todas las formas y pueden adivinarse consistencias a pesar de la magia del bra maravilloso que levanta, infunde firmeza, expande, contrae, disfraza o esconde.
Las tetas han salido del clóset y se pasean libres por la calle en un mundo que durante mucho tiempo las mantuvo cautivas en fotos prohibidas, en películas memorables como Amarcord (1973) de Federico Fellini, quien inmortalizó a la actriz italiana Maria Antonietta Beluzzi (1930-1997) como la memorable “tetona”.
Las chicharronas, presas de brasieres tiranos, símbolos de una sociedad que bien puede exhibir las miserias de un panzón descamisado y, al mismo tiempo, condenar la libertad femenina a mostrar la belleza de su pecho nunca comparable al del taquero jalisquillo: peludo y colgado. La chiche reclama su lugar en la historia y en el arte. Los propios relojes aguados de Salvador Dalí parecieran ser un homenaje al tiempo que inexorable condena a la ley de la gravedad aquello que pende del cuerpo humano, en particular el femenino. Las mismas Torres Petronas en Kuala Lumpur, Malasia, son senos alargados apuntando al infinito, tal es el caso de nuestro glorioso Monumento a la Revolución en la colonia Tabacalera del D.F.
Poco a poco, las mujeres queman los sostenes y sueltan a las “nenas” para que disfruten del sol —recomendado para evitar cánceres de seno—, se motivan para enseñar a ese bonito par que deleita a la concurrencia. Hoy abundan las blusas ajustadas, las playeras que se adhieren a los pectorales de las féminas. A ellas, a las damas, ya no les importa el tamaño de sus senos, ése es asunto del pasado. Las mujeres de hoy aceptan su cuerpo, se saben poseedoras del poder de la súper chiche, sea chica o sea grande, pezón de cono o de areola rosada o morena. Al mostrarse y aceptarse están rompiendo los estereotipos y dan la lucha contra la cara de sostén del machismo.
No es gratuito que la actriz Sabrina se preocupe diariamente por incrementar la voluminosidad de sus senos, ella se sabe hermosa, más allá de perversiones y prejuicios de cada quien. La actriz porno y parlamentaria italiana Ilona Staller, mejor conocida como Cicciolina, hacía campaña política con los senos al aire, y se hizo, a cambio de un buen número de toqueteos, de igual número de votos. “En México, 1971 fue el año del festival de Avándaro, una feliz forma de desordenar la realidad”, escribe Juan Villoro en su artículo El 71 en 2006. Avándaro fue el festival de rock y ruedas que agasajó la pupila de chicos y grandes con las bellas tetas de la famosa “Encuerada de Avándaro”.
Bellas de noche (1974) y Las ficheras (1976), películas dirigidas por Miguel M. Delgado, son representativas del cine de ficheras, género que creció al amparo de un sexenio Lópezportillista (qepd el autor) que contribuyó al destape, a la liberación del peluche y a la exhibición sin pudibundeces de la pechuga femenina. Hoy el peluche y el destape regresaron a ser patrimonio de la humanidad, volvieron a socializarse:
— ¡Te lo debemos José! —agradece la masa enfebrecida.
Ciertamente, la chiche se encamina al poder en tanto asoma sus pequeños ojos-pezones al entorno de una sociedad en permanente cambio. Las nenas, pinky y cerebro, las gemelas, las chichitas, las titis… son un tema que inquieta a sociólogos, politólogos, semiólogos, arqueólogos y especialistas de otras muchas disciplinas.
Algunas de las mujeres de cuerpo de exhibición de los años 70's y 80's fueron conocidas en México gracias a la imprescindible Interviú pero, también, gracias a la revista Su Otro Yo, dirigida por Vicente Ortega Colunga,—en esta revista colaboró nuestro amigo Emiliano Pérez Cruz— la cual publicó reportajes de Susana Estrada, Jenny Lada y alguna otra.
Para finalizar, aclaremos el destino de la nena que con total desparpajo enseñaba sus sabrosos pectorales a través de la ventana del hotel Pánuco, a quien le sucedió igual que a la Eva del maestro Joaquín Sabina:

A Eva le gustaba estar morena

y se tumbaba cada tarde al sol,

nadie vio nunca una sirena

tan desnuda en un balcón…

…Un juez que se creía Dios dispuso

que precintara un guardia nuestro piso

no quedan plazas para dos intrusos

en el Paraíso…



*Mera propaganda y homenaje al sitio de sano esparcimiento.

Emiliano Pérez Cruz acerca del Iti


Iti go jom

Uno viene al mundo e ignora todo de él. Abre los ojos y se sorprende, aunque más puede sorprenderse cuando alguna progenitora perspicaz dice que los hombres son peores que los perros pues éstos abren los ojos al tercer día y los hombres nunca. Uno viene al mundo y se encuentra seres que como los perros abrieron los ojos al tercer día y nunca los volvieron a cerrar, siempre asombrados por diario acontecer, por la cotidianidad que a todos nos atropella y a la mayoría nos hace perder la capacidad de sorpresa.
A esa especie de seres quizá perteneció aquel que en vida jamás respondió al nombre de Francisco Valle Carreño y sí al mote universalmente conocido de El Iti, apodo seguro ganado a pulso por su figura que en mucho recordaba al extraterrestre de Steven Spielberg. Este Iti al que Pablo Gaytán documenta en su video de más reciente factura titulado “El nómada del subsuelo” debió conocer aquellas líneas del poeta portugués Fernando Pessoa que dicen:
No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Porque como anarca irredento, lector de Ricardo Flores Magón, Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin, Francisco Valle Carreño, El Iti, llegó a ciudad Nezahualcóyotl junto con sus padres a poblar aquellos terrenos insalubres y salitrosos que parvadas de precaristas, antecesores de los sin casa latinoamericanos, los famosos paracaidistas, hicieron suyos para tener algo que ofertarles de patrimonio a sus vástagos, chamacos, chavales, chavos que se hicieron a la vida entre los terrenales o lodazales, ya fuera temporada de secas o de aguas.
Francisco Valle Carreño, El Iti, hizo una vida escolar normal y más delante de la educación básica aterrizó en el CCH Oriente, según sus biógrafos. Es posible que en este centro universitario incrementara sus lecturas, asesorado por maestros ahora fósiles que aún arrastran sedimentos del marxismo leninismo regurgitado por Martha Harnecker y otros hacedores de manuales que tuvieron a bien desvirtuar el marxismo de Marx y otros pensadores que expandieron su alcance.
Quizá el haber recurrido a los filósofos del anarquismo antes mencionados impidió que El Iti perdiera la capacidad de sorpresa y se desbalagara por senderos de la poesía, la música punk soliviantadora y estridente a punta de batacazos y rasgueos que erizan los pelos y relatos que denotan el terruño, el alma máter donde al Iti le tocó aterrizar, sin posibilidad alguna de entablar contacto con su planeta y balbucear la famosa frase: “Iti go home”.
De la muerte del Iti nos enteramos por el carnal Marco Lara Khlar, reportero de El Universal, quien por puro amor al arte se dio a la tarea de contactar a todos los que pudo y que con El Iti tuvieron algo que ver, para que rindieran testimonio, apoquinaran los trozos de vivencia que con esta especie de ángel del asfalto tuvieron.
En charla con Marco me vino a la memoria haber conocido al Iti a mediados de los ochenta; recuerdo que nos presentó mi hijo Juan Pablo, quien se metió de lleno y hasta el toque y rol a la cultura punk gracias a la influencia de Francisco, El Radio y El Aleluya, entre otros. A Juan Pablo le decían El Ganso, y El Ganso me graznó de su ronco pecho que con más personajes de la banda se iban de excursión al Iztaccíhuatl, a convivir con la naturaleza, seguro que con el churro y el tequilón para el frío; me dijo que compartían lecturas, música y mona (activo).
Por ese entonces Sandro Cohen, de la editorial Planeta, me propuso que reporteara cuál era la situación de la banda actual, la de los años 90. Esa experiencia reporteril se convirtió en el libro Noticias de los chavos banda y ahí se incluye una entrevista con Iti.
A mediados de los noventa, para la serie de video Luces de la ciudad , de Canal 22, me tocó guiar a Felipe Cazals por lo que muchos consideraban aún las orillas del asfalto, ciudad Neza; este recorrido incluyó una visita a la casa del Iti. Recuerdo a Cazals vestido como explorador en el África, botas camperas hasta la rodilla, conjunto color caqui, anteojos Ray-Ban y gorra de director cinematográfico; quedamos de vernos abajo del puente de boulevard Aeropuerto y Zaragoza; cuando llegué don Felipe ya hacía tomas del descenso de los jets hacia el aeropuerto internacional Benito Juárez. Ernesto Zedillo andaba en campaña por la presidencia de la República y Cazals grabó a los grupos de rock que, encaramados sobre la plataforma de un trailer, amenizaban el mitin chorroytantosmil del doctor Zedillo en tierra de los coyotes hambrientos, en el Bordo Xochiaca. El director de Canoa y Las poquianchis no cabía en sí del asombro y de la manera en que se daban las situaciones para enriquecer el levantamiento de imagen. Ya se imaginarán qué sentía al entrevistar a los punks de Neza aquella fría mañana en la cancha del frontón a mano ubicada en el cruce de las avenidas Chimalhuacán y Cuauhtémoc. El radio y demás compas brindaron su testimonio y de ahí nos trasladamos a la casa del Iti para concluir el recorrido en el paraíso de la jodidez que por entonces era la parte baja de Chimalhuacán, Santa Elena-El Embarcadero.
El Iti vivía en casa de su mamá, en un cuartito que en sí contenía todas las expresiones del grafitti urbano; montones de publicaciones invadían el piso; el sonidista y el camarógrafo sudaban la gota gorda para hacer su trabajo y Cazals, feliz, celebraría con el enésimo trago de bacachá blanco las tomas logradas: El Iti dentro de un sliping bag; El Iti soltando sus netas; El Iti como un chavo muy contracultural y el cuartito aquel tenía, máximo, el doble de un clóset y hasta el foco estaba grafiteado.
Yo quedé maravillado, pues Cazals tomó personalmente su camarota y se metió a filmar a ese personaje flaco, larguirucho, desparpajado, con su abrigo negro y sus botas altas de minero en el inmenso socavón que es la zona monstrupolitana de la ciudad de México.
El Iti se meneaba, gandul, por las calles de Nezayork, participaba en el slam durante las tocadas punketas que en el Coyote Hambriento se organizaban, era parte de los anarco punketas preocupados por la ecología, la desigualdad, el entorno político y demás yerbas que a esa edad a todos nos traen juidos. Dícese que murió de diabetes juvenil un 24 de diciembre de 2004, presente lo tengo yo, a los 37 años de edad. Dícese, porque con este acercamiento que el videasta y sociólogo Gaytán nos brinda, se me hace que tenemos Iti para rato, y todo porque Francisco Valle Carreño no logró hacer contacto con el planeta rojo y pronunciar la ansiada frase:
—Iti go jom.

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