lunes, octubre 11, 2010

La Gente sobre los chimecos verdes





Por Ricardo Medrano Torres

Rescatamos este viejo texto, publicado ya hace muchos años, en plena añoranza rucólica.

Los chimecos son el símbolo rodante de Nezayork, la única forma de fugarse a la realidad del Distrito Federal rumbo a la chamba, a bordo de los lomos del transporte suburbano. Herederos de una época arribistamente frustrada por una era nezosoica no registrada en los anales de la historia oficial.
A bordo de un chimeco de piso resbaloso y olor a petróleo se hicieron planes para echarle los cimientos al terruño, para echarle láminas de cartón, de asbesto o galvanizadas al jacal donde dormía toda la raza. El chimeco es la efigie sagrada del Quetzalcóatl que regresa montado en su corcel hoy color verde, antes color mostaza.
Interiores rojos y azules por los frascos de crema, crean un ambiente macabramente fantástico. Olores a chemo, a chela, a activo que activa la sesera y ayuda a andar más trucha por la avenida Pantitlán, la Chimalhuacán o el Bordo de Xochiaca, para aventarse unas carreritas desbocando el corcel. Los choferes de los chimecos se hacen chiquitos de vez en cuando y le piden el camión al jefe para aventarse una vuelta y costearse el rocanrol del sábado por la noche.
El alma en pena deambula por las calles, “consorte de la muerte que se sube al mundo sin pagar boleto”, un chimeco se asolea y se dobla pero no se quiebra. ¡Que los jubilen! Piden a gritos miles de gentes que ya no aguantan sus estertores agónicos día a día, más notables en las noches cuando la raza llega a la casa, cansada y con ganas de un poco de calor humano de chimeco, de repegadas a cualquier morra de la secundaria o, de perdiz, a una señora desorientada. Un caldo de la gallinita a bordo de los interiores rojos o azules de un chimeco.
–Pinche lépero, agárreselas a su madre.
–Pinche vieja ni que estuviera tan buena.
–Lo que se pierde una vez ya no regresa como era.
–Bajan, cabrón. Me quieres llevar hasta tu casa.
–Pinche sordo.
–Súbetelos en el lomo.
–Ya no caben güey.
–Ya vámonos que no traje tortas.



Una señora gorda cobraba el pasaje con cara de huelemierda y te mentaba la madre a la menor provocación. Había cobradores flacos del grosor de una paleta de limón o de grosella. Cómo hace falta algo frío, para la sed que asfixia, que llena de vapores el cuerpo. El paletero expende su mercancía en una cajita de galletas forrada con hule y calcomanías de nenas en cueros.
Ah cómo les ruge la axila a los señores albañiles que cínicamente le echan el ojo a las muñecas despistadas, del tipo de toda estudiante de secretariado con computación, ejecutiva bilingüe, y anexas, que tiene que costearse los estudios particulares a expensas de sufrir, por ahorrar, manoseadas en chimeco, mezclando su perfume chafa, imitación de la copia copiada del aroma original, con los olores nefastos a orina de la puerta de bajada: baño privado del cobrador y del chofer mientras esperan su turno para salir del paradero con su chimeco, repleto de gente con cara de monedas de cincuenta centavos; antes justo es echarse una mi-ada-madrina.
–Para que no los ande comprando de a tres pesos, se los venimos ofreciendo por únicamente un peso. Un peso le vale, un peso le cuesta.
Oscuras son las historias en torno al símbolo rodante, el mentado chimeco, el mil veces mentado chimeco, mentado hasta su madre por los cerrones que les da a los autos compactos, a los cargueros, valiéndole sorbete, se clavan, se avientan con esa brutalidad de oruga verde citadina.
Chimecos que alguna vez fueron matadores de peatones, pues cuando por equis causa atropellaban a alguien, preferían echarse en reversa, pues salía más barato un muerto que un lisiado. Crispábanle las vísceras al cristiano caído para evitar pagar una indemnización de por vida.
Chimecos que a galope devoraban avenidas negras, pavimentadas con tierra compacta a fuerza de múltiples tránsitos vehiculares. Polvo de desesperanza que tragaba la lengua a nuestros antepasados, primeros pobladores de Neza; mordidas de sol quemante.
En Nezahualcóyotl, la vida sigue su curso y los chimecos son condenados a emigrar a colonias cada vez más inhóspitas y polvorientas, detrás del arco iris, junto a su chofer hediondo de playera sudada y mugrienta; sus aceleradores en forma de planta de pie desnudo y sus innumerables marcas automotrices adheridas a su tablero-camarote.
Quizá en un futuro no muy lejano los chimecos sean pieza de museo en algún lugar del mundo o en la misma Neza y en sonido Hi fi se reproduzca su estertor agónico y ensordecedor, para mostrar a la humanidad de siglos posteriores que en algún lugar hubo una comunidad de personas que se atrevieron a surcar la vida a bordo de un corcel, primero amarillo y luego verde, y se enfrentaron al monstruo capiruchesco a punta de empujones, de mentadas, de torteadas, de olores a caguama, a chemo, a orina. Miradas tímidas y miedosas de estudiantes de secretariado bilingue con computación, hotelería y turismo con el nombre del descubridor de la penicilina. Gritos de pasajeros que esperaban acelerar la marcha con golpes a las desvencijadas láminas del camión. Difuntos que claman venganza contra las llantas ya muy rodadas de un chimeco asesino. Niños que en el futuro compararán a los chimecos con los planeadores de los hermanos Wright.....
–¡Pásele para atrás por el amor de Dios!

Inmagen proporcionada por Gabriel Arenas; visiten fotos de su obra en:
http://www.flickr.com/photos/59893969@N07/5696943210/
http://www.flickr.com/photos/59893969@N07/5696951230/in/photostream/

6 comentarios:

Anónimo dijo...

MUY PADRE ESTA CREACIÓN, REFLEJA LO QUE REALMENTE ES UN CHIMECO DE LAS COLONIAS MARGINADAS DEL ESTADO DE MÉXICO, EN LO PERSONAL ME GUSTA VIAJAR EN CHIMECO, ES UN VIAJE PINTORESCO, TODA UNA AVENTURA Y CREO QUE ANQUE SEAN CAMIONES VIEJOS O NUEVOS, EL ESTIGMA DEL CHIMECO SIEMPRE VA A QUEDAR AHÍ, EN LA ZONA SUBURBANA DEL ESTABLO DE MÉXICO, EN FIN... CREO QUE LA FOTO DEBIÓ DE HABER SIDO DE UN VERDADERO CHIMECO DE LOS VERDES, OJALÀ LA PUEDAN CAMBIAR, O LES MANDO UNA A ALGÚN CORREO, TENGO VARIAS...SALUDOS A TODO NEZAYORK

ChikPill dijo...

Gracias por el comentario. Ojalá puedas enviar esa foto para incluirla con gusto, con su correspondiente crédito. Recibe un saludo. Ricardo Medrano Torres.
medranotorres@gmail.com

GABRIEL ARENAS (R100FAN) dijo...

Ricardo:
Felicidades por tus atinados comentarios, los "chimecos" son parte de mi niñez, mi juventud y toda mi vida.
Hechale un vistazo a unas páginas del pasado. Como no he encontrado fotos de esos tiempos, me dí a la tarea de recrear esos camiones pero a escala.

http://www.flickr.com/photos/59893969@N07/5696943210/ http://www.flickr.com/photos/59893969@N07/5696951230/in/photostream/

ChikPill dijo...

Qué estupendo trabajo el que realizas con estos símbolos rodantes como modelos. De todo corazón, gracias por el comentario. Me gustaría incluir una foto de una de tus creaciones (con su correpondiente crédito). Gracias de antemano. Saludos. Ricardo.

Anónimo dijo...

saludos, yo hago piezas a escala busquen en mercado libre las patrullas y carros del transporte publico

Anónimo dijo...

la palabra gente no tiene plural. se utiliza para cuando hay un numero incontable de personas. ejemplo habia mucha gente en el chimeco.
saludos

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