lunes, junio 30, 2008

Imágenes del polvo, cuentos de conocidos y no tan conocidos

Por Ricardo Medrano Torres

• 15 cuentistas de Neza integran esta antología mínima
• Compilación del poeta Porfirio García
• Literatura universal creada en Nezahualcóyotl


Hay gente tan olvidada
que ni siquiera tiene derecho
de que algo les acontezca.

Juan Rulfo


Breve introducción

A más de tres décadas de erección municipal, Nezahualcóyotl continúa, para algunos, siendo el paradigma de la jodidez, concepto tan desarrollado para mal en los años 70’s. El propio Fernando Benítez en su Viaje al Centro de México, cede ante el encanto de hablar del Neza de ese entonces.
Hoy, los habitantes de la tierra del coyote nos preocupamos por dar una nueva perspectiva de su situación. Muchos de los nacidos en los 70’s y otros un poco más gastadones, entre ellos el propio Emiliano Pérez Cruz o el Compilador del libro que nos ocupa, Porfirio García, coincidimos en que la realidad de Nezahualcóyotl es otra y que el muro de las lamentaciones está más allá de la calle 7, la av. Ignacio Zaragoza, las vías que nos dividen territorialmente del municipio de Los Reyes y la franja entre Ecatepec.
Muestra de ello es Imágenes del Polvo, libro de 173 páginas que incluye los trabajos de 15 narradores, zurcidos por García en un ánimo testimonial; es decir, el propio Porfirio reconoce en el prólogo de la publicación que esta antología mínima está integrada por “escritores de distintos estilos, de niveles distintos de preparación y oficio”. Y aunque poco importe para estos menesteres, cabría agregar lo señalado por el propio antologador, en relación a los extremos cronológicos de dos de los autores (Ana Luisa Calvillo 1970 y Octavio Amórtegui 1939).
Porfirio García percibe “un rico potencial” en las muestras (cuentos) y vaticina sin lugar a dudas que en años próximos el trabajo literario de los aquí presentados dará frutos de mayor nivel. Es preciso señalar que los extractos del prólogo fueron tomados de su primera edición que data del año 1997.
Tres nombres destacan del cúmulo de cuentos –treinta para ser precisos–, estos son Emiliano Pérez Cruz, Eduardo Villegas Guevara, Francisco Conde Ortega y Tomás Espinosa. Personajes conocidos en otras latitudes por su labor como literatos, que en algunos casos se combinó con la de periodistas.
En estos nombres no hay pierde, recordemos que Emiliano aparece en la clásica antología El cuento hispanoamericano de Seymouor Menton, y Villegas Guevara, por su parte, ha recibido un vasto número de premios nacionales. Amén de Conde Ortega –mejor conocido como poeta notable– y el fallecido un domingo 6 de septiembre de 1992, Tomás Espinosa, dramaturgo de excepcional factura. Este último, también recordado por García en la compilación Gestación en un sólo acto, tres dramaturgos necenses, cuyo año de edición coincide con Imágenes del Polvo (1997).

Los contenidos

Por otra parte, destacan los trabajos, en orden de relativa apreciación, de Ana Luisa Calvillo con su cuento Descansa en paz, en donde la violencia social traspasa sus umbrales y un judicial se torna de victimario a víctima de su propia descomposición, cuando su esposa, cansada de maltratos y abusos que se extienden hasta el pequeño hijo de la pareja, decide liquidar las cuentas y descansar en paz de su marido. “Te pido que te lleves a mi esposo, virgencita”, reza la abnegada ama de casa, pero la súplica no surte el efecto divino esperado, y ella tiene que hacerse justicia por su propia mano y por pistola ajena –la del marido– sin embargo, contrasta el remate del cuento: “Ya se fue tu papá, hijo, ya se fue”, dice con gozo y le agradece a la virgen del cuadro la infinita paz que por fin inunda su casa”. Frágil condición humana la del explosivo victimario que pasará a ser víctima del propio sistema que ella aceptó resignada durante mucho tiempo.
Suriel Martínez, es quizá uno de los autores más directos, diría descarnado. Sus personajes llevan al lector de la aparente paz a la sorpresa, al clímax extremo. Pero es de hacerse notar el uso de la primera persona en su texto Gélido amor, en donde el narrador hace una remembranza de los hechos que le condujeron a poner adornos en la frente ajena y comer bisteces de buey, sazonados con dos ingredientes importantes en estos casos: el crimen y el castigo. Finalmente, el pozole se quedará para otro día y la nota roja se recreará en un cuento impactante, que provocará en el lector una buena dosis de repugnancia y risa nerviosa.
Otros dos autores que llaman la atención son Javier Zavala y Raymundo Colín. El primero, con tres participaciones en esta antología mínima, advierte una cualidad: es un notable ambientador: “Cuando el sol cae y las luciérnagas con olor a hombres se encienden para desfilar por las calles donde transita, Angeles siente que la ausencia la toma del talle y le susurra al oído”. Este cuento de nombre Sin escape, es sin duda el que denota un mejor oficio del cuentista, recurriendo sólamente a los diálogos necesarios, mínimos, que contribuyen con el ritmo narrativo de la historia. Angeles, una fichera de equis congal de equis ciudad en equis país, siente el hastío de vivir y ni la noche ni la música ni la poesía del novio de juventud la reconfortan: es este cuento un continuo golpeteo: “Orale, pinche gorda. Vete a la chingada antes de que te demos en la madre. Ya sabes que aquí esos panchos no se hacen” y “Sin un día el sol decidiera dibujarse de niña, robaría la sonrisa de tu mirada y el brillo de tu boca”. Curiosamente las acciones se desarrollan en el ambiente nocturno de un congal y sus actores son piezas exactas que contribuyen al clima favorable de la lectura.
Finalmente, Colín nos presenta su Luna ampa, ambiente de fantasmas, añoranzas, pasiones, vacíos...Una muerte quieta, discreta, silenciosa, no llega a los ojos del narrador y personaje principal. Para él la ausencia de la mujer amada es un aullido a la luna ampa, es un beso prolongado, más allá de la vida, más allá de la muerte, es un amor sublime que ni los trenes arrollando autos pueden evitar.
Al mismo tiempo, en esta antología cohabitan los trabajos de Octavio Amórtegui, Juana Vázquez, Alfredo Escamilla, Adela Rodríguez, Primo Mendoza y Moreno Marín; distintos estilos y diferente temática, de quienes poco se ha sabido de su labor como cuentistas luego de la publicación de la presente antología.
Vayan pues, los mejores deseos para que trabajos como el presente, continúen configurando la literatura universal que hacen los nacidos o radicados en Nezahualcóyotl. Mis felicitaciones a Porfirio García por su labor de investigación y compilación, ya que en estos momentos, podemos decir que muchos de los autores considerados para sus antologías de cuento, poesía y teatro necense, son punto de referencia obligatorio, para un análisis de la literatura surgida en esta parte del estado de México.

Imágenes del polvo
Antología mínima del cuento necense
García Porfirio, compilador
Poetas en construcción, a.c.
Estado de México, 1999
173, págs.








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