lunes, junio 30, 2008

Por excepción… cierta vez!

Libro de cuentos de Porfirio García

Presentar la obra de un compañero de letras tan cercano implica muchos riesgos, uno de ellos mirarla con ojos de condescendencia y hacerse el occiso como cuando en un vagón del metro una ñora va apaleando a un chavo banda, acusándolo de rata, de uña, de ladrón, juzgándolo por la sola apariencia।
Emplear tu tiempo en leer 29 cuentos y una novela, “Camarines” que siginifica algo así como cambiar de mujer y adquirir una sancho, quizá desconocido, en una noche loca de confusión y perdones mutuos con la esposa.
En este “Vagamundo” de ires y venires, la pirámide de la jodidez cada vez alcanza de manera más inmediata a los más indefensos. Porfirio nos remite al inframundo de las envidias, los robos y los chantajes sentimentales, entre un policía, dos vagabundos y un perro que come una hamburguesa.
Cuentos cortos como Cerjanía y Ego Sum, juegan con la tensión del lector sin mayor cometido y gran logro.
Rastreándolo es -y me atrevo a externar abiertamente mi gusto personal-, el cuento que denota más palpablemente el gusto de Porfirio por volver a sus cuentos, historias atractivas que contienen un alto grado de crítica social, acerca de ciertos hechos contemporáneos; es decir, a este autor, el compromiso le lleva hasta donde debe: hasta comprometer la obra con su entorno.
A Porfirio, vemos por su trabajo que le han dolido no menos que a cualquier otro mexicano o ser humano: la crisis económica, la globalización mundial, las matemáticas, el hambre, la soledad, la tiranía… Y sin lecciones morales se enfrasca en la aventura de abonar un género fértil que ofrece mayores posibilidades para exponer esas llagas comunes que algunos aguantamos estoicamente y otros, como Porfirio, gritamos para que alguien nos suture con hilo cañamo o cauterice con sal.
A estas alturas, vemos más convencido al García escritor de que el oficio de las letras puede alcanzar nuevas rutas, asumiendo de manera eficiente, y estrenando herramientas de cuentista, la tarea de vislumbrar la vida en toda su complejidad, riqueza y compromiso.
A nadie más que a Porfirio:

Un saco gris sobre su espalda le pude pesar todo el mundo, oler a desperdicio de ciudad y a carroña de casas insepultas.

Una mano de mujer puede iniciarle una tímida promesa por la espalda.
Lo puede convencer la enorme injusticia del planeta.

Puede tener hambre de planeta en celo.

Ahora, seguro que García estará pensando en reformar su frase de “Con poesía es mejor”, pues como el poeta que es: tatuado de inocencia en el minúsculo foco del asombro que nos muestra el mundo, cuantos géneros más te permitan expresarte, será mejor para él y para todos los que tenemos el gusto por degustar esta obra.

Bien por Porfirio। Bien por el escritor.

Por Ricardo Medrano Torres.





*Este texto tiene más de diez años

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