miércoles, septiembre 29, 2010

Cómo han pasado los años

Por Ricardo Medrano Torres

Sorpresas ha dado la vida. De todos, el más sorprendido soy yo, pues la arena ha ido asentándose hasta formar una rica playa, una fresca playa que precede a los cuarentas. He visto a mis amigos hacerse tan viejos como yo: Suriel Martínez, Emiliano Pérez Cruz, Beto Vargas, Porfirio García, Kuitlauak Macías, Toño Martínez… Sigo buscando mi “equilibrio espiritual” —como los monos de la serie de televisión 31 minutos—. No me imagino cambiando mi credencial de elector y nacionalizándome ciudadano de otra latitud que no sea Neza. No me imagino tan lejos del cantar de los Migueles Pinedas, de los Pacos Blancos, de los Colines; lejos de la pintura de los Alfredos Arcos, de los Alejandros Perezcruces, de los Antonios Ramos, de las Marthas Velazcos, de los Julios Galanes; lejos de la poesía de los Porfirios Garcías y Kuitlauaks Macías. Verdaderamente no me concibo. Una parte de mi se quedaría en Neza, seguramente. Mi ombligo seguiría enterrado en casa de mi abuela y me llamará a integrarnos cuando necesite de los cuates, de los brothers del barrio junto a quienes me he vuelto un pre-cuarentón.
Cómo olvidar al Bunga, al Mijoi, al Tribi, al Faros, al Verruga —en paz descanse—, al Beni, al Chile —sin albur—, al Figa, al Flaco, al Burro, al Anillo, al Gusano y a su carnal el Gusnalgas, al Chismes, al Wuifi, al Gabazo, al Ruso…
La verdad que se arruga el corazón cuando uno hace recuentos y se da cuenta que cada quién emigró a diferentes parcelas y que uno es el único que se ha quedado a cultivar una tierra cada vez más conflicitiva. Que la verdad eso de vivir en una “ciudad dormitorio” no ha cambiado mucho. Y entonces uno se da cuenta que los hijos crecen y que parte de su vidorria es de Neza y que el arraigo que trae uno ya no es el mismo que tienen ellos, pues ya son tan ciudadanos del mundo como cualquier gringo viajero. Y que lo mismo les da irse a vivir a las Bahamas que a Puruchucho, que su forma de vida es tan libre como los poemas que escribió su padre a finales de los ochentas y que llevó a casa de un tal Porfirio García, textos que fueron corregidos y publicados en la difunta Nezáfora. Y que esos esfuerzos por promoverse crecieron hasta convertirse en un sello bajo el nombre del grupo Poetas en Construcción. Y que fueron varios años de bohemia y literatura —al menos la que estaba a nuestro alcance— y que cada quién pudo decidir a libre arbitrio la senda a seguir y que me dio mucho gusto encontrarme a mis brothers poetas en el último festejo por su aniversario.
Entonces uno se da cuenta de que la vida ha cambiado y de que uno ha cambiado, pero los cuates siguen siendo los mismos, aunque más calvos y más panzones.
Y uno se hace su propia historia y se descubre como un simpatizante de la poesía. Uno descubre que el placer de la poesía debería ser de todos, tanto para escribirla como para degustarla, y que deberían eliminarse las etiquetas de propiedad sobre la creación y eliminar el vedetismo de los seudoescritores. Y que hoy día la ventana que es la red ofrece escritores de todos los estilos y tendencias; que los desconocidos rivalizan en popularidad con los conocidos, y esto sólo con el poder de un blog.
Y festejamos que algunos aún persistan en su lucha gitanesca de promover su obra en el face to face que da la presentación, aunque seguimos confirmando que a las presentaciones sólo acuden los cuates o los familiares y a veces ni ellos. Entonces descubrimos que cada vez somos más viejos y que será necesario difundir la obra a través de un moderno compact disc, o echar a andar la tecla y aventurarse a través de la red y compartir con esos amplios públicos lo que se piensa y preocuparse por saber lo que ellos piensan.
Descubro entre mi archivo un buen número de libros y documentos que dan fe y testimonio de una época importante en la que muchos ciudadanos comunes y corrientes descubrieron que en la nueva ciudad hacían falta árboles y los plantaron, que hacían falta lámparas de alumbrado público y las colocaron, que hacía falta pavimentar calles y lo hicieron, que hacían falta quiénes se llamaran escritores y muchos se pusieron en la lista para cimentar lo que vendría después —en esa misma tónica de constructores.
Benditos mis cuates del barrio, mis amigos escritores, la educación pública, mi familia y mi barrio que me han visto volverme un pre-cuarentón nostálgico y, tal vez, medroso de emigrar hacia otras latitudes. Bendita la escritura que me ha hecho un simpatizante de la poesía y de la narrativa —que no un escritor en toda la extensión de la palabra—. Bendita sea la vida y una ciudad Neza que llevo engrapada en la memoria y en mis actos.

¡Salú !

No hay comentarios.:

Acerca de mí

México, Estado de México, Mexico
01800duerme